sábado, 10 de diciembre de 2011

Sudor y sangre


Román Simakov boxeador ruso de 27 años, murió hoy a causa de la serie de traumatismos que le dejaron inconsciente en su última pelea en la región de los Urales rusos. Las notas internacionales juzgan al árbitro Sergueí Kovaliov, por no parar la pelea a tiempo... nadie apunta hacia el Consejo Mundial de Boxeo (WBC) que dirige José Sulaimán, el mismo que defiende a cada peleador que sube al cuadrilátero representando a México. Otra vez, ni Sulaimán, ni el WBC serán crucificados en los medios.

Como otros deportes donde mandan las mafias, el boxeo se ha convertido en el nuevo circo romano, donde el dolor y la sangre fluyen como el dinero y las drogas. El boxeo es el único deporte donde hay que exterminar al adversario, metáfora afín del capitalismo salvaje. Los peones son finalmente los más pobres, que a fuerza de musculo siembran esperanzas en un público vivido de más violencia. El dopaje y las apuestas son en última instancia consecuencias lógicas de la porquería que emana del poder. Bajo la lógica del más fuerte, gloria, riqueza, fama le esperan al campeón... las puertas del cielo se abren y finalmente el hombre común, el pelagatos puede probar las mieles del poder. Es igual en el fútbol o la lucha libre.... los modernos gladiadores dejaran sudor y sangre en el ring, sufrirán y gozarán afuera de él. La muerte se inserta con cada golpe, mueren neuronas y con ellas esperanzas de llegar a gozar completo y consciente las promesas de salir de la pobreza. Cada gancho saca el aire de los pulmones y jamás vuelve... hay que aferrarse a la vida templando el cuerpo y doblando la dignidad. El peleador en ocasiones sueña para no sentir dolor, vuela y golpea, se agacha y se duele, se vuelve un animal de resistencia que se traga su sangre... los puños quebrados dejan de doler, para mutar en masas que llevan muerte. Los ojos dejan de mirar al otro, el instinto manda y cada vez que el aire entra duele como cada golpe... pero lo mantiene vivo y de pie. La campana duele en alma porque es mentira, es una farsa que se descansa y es verdad que cada vez duele más levantarse del banquillo. El agua sabe a sangre, a metal, a las monedas que hay que saborear pero no tragar, es el respiro para hacer esta matanza mas capitalizable. A veces el peleador se atreve a mirar al respetable, peno no ve más allá de unos cuantos metros. En ocasiones, se permite escuchar los gritos que le mienten que esta vivo todavía. Finalmente si las cosas van bien, su brazo será levantado y le dirán campeón, le gritaran campeón. Lo abrazaran, lo ungirán con su propio sudor, para finalmente dejarlo de nuevo morir en la soledad del vestidor...

México, D. F.
9 de diciembre 2011.

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